El dolor es la mariposa invisible ahora que mi corazón se parte en dos,
Ahora que se agrieta infinitamente esta nostalgia que no soy capaz de comprender,
Ahora que estoy desnudo con esta nada incompasiva, que golpea y golpea sin detenerse a mirar la hendidura incurable que va dejando en ningún lugar;
Porque estoy partido en el vacío, y ninguno de los dos sabe responder a la hora de la soledad.
Ahora que se agrieta infinitamente esta nostalgia que no soy capaz de comprender,
Ahora que estoy desnudo con esta nada incompasiva, que golpea y golpea sin detenerse a mirar la hendidura incurable que va dejando en ningún lugar;
Porque estoy partido en el vacío, y ninguno de los dos sabe responder a la hora de la soledad.
Les grito con el alma para que hablen del silencio que me deja el partir,
Pero solo quieren deshojar la pena,
Sólo quieren teñir de incertidumbre cada hueco que las letras hoy no son capaz de llenar,
Sólo quieren explotar en cada espacio que aún vive en esta absoluta pequeñez, en la incredulidad de este miedo de nunca más volver.
El dolor no es de acá cuando el instante último de la necedad golpea sin discriminar,
Es tan lejano como la raíz de la melancolía que implacablemente me enrolla y me estira;
La nostalgia tampoco es de acá, por eso mezcla la pena con el vértigo, y este con la alborada de no saber qué pasará con la memoria que fue sumergida con todo los demás.
La despedida es lo único de acá.
Los dos saben que nunca regresaré, lo tienen tan latente como las heridas y los bosquejos del mapa que me ha dejado el batallar,
Saben que me voy a la otra guerra, saben que están partidos por llegar al mar oscuro que está más allá de la pared de las ofrendas, saben que su destino es el ruedo impersonal.
Nunca fui lo innecesario que alguna vez pasó por aquí,
Siempre fui sólo un latido de este cuerpo, ahora retorno a mi lugar.